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SALVA

El día 1 de enero de 2020 falleció en Pamplona a los 65 años de edad el azueluco Jesús Salvador Crespo Piérola, SALVA. Salva era hijo de Salvador,…
23 Enero, 2020

El día 1 de enero de 2020 falleció en Pamplona a los 65 años de edad el azueluco Jesús Salvador Crespo Piérola, SALVA.

Salva era hijo de Salvador, fallecido, y Laurita. Tuvo dos hermanas, Sabina y Helena, ésta también fallecida.

Salva, aunque nos ha dejado joven, cundió mucho. Siendo aún un jovenzuelo engrosó el número de azuelucos desertores del arado que se refugiaron en la cercana capital de Álava, Vitoria, donde la industria absorbía toda la mano de obra que llegaba del ámbito rural. Salva, que aún era joven cursó algunos años de “maestría industrial”, como él decía. Estudios que abandonó para enrolarse en un mercante en el puerto de Bilbao. Así fue como se hizo marinero poniendo en práctica sus estudios de Vitoria recorriendo durante más de dos años los océanos del mundo. Los de Azuelo somos de secano, ya que el único río “decente” que tenemos, el Linares, las pasa muy canutas en verano, tanto que hay años que se seca. Así que Salva abandonó el barco, sacó el carnet de primera de conducir y pasó a conducir autobuses de viajeros por La Rioja en la empresa Autobuses Jiménez y años más tarde por Navarra con la empresa El Navarrillo de Aras. Dejó los autobuses y fue a una empresa de Vitoria para conducir un camión de mercancías peligrosas donde ha permanecido hasta su reciente jubilación.

En sus viajes de camionero llegó hasta Andalucía donde en Santa Eufemia, Córdoba, conoció a la que ha sido su mujer, Maite Ruiz Martínez de la Mata, que pone su chispa andaluza cuando con ella hablas.

A Salva, de carácter flemático y tranquilo, le gustaba contar sus historietas de marinero a lo largo y ancho de todo el mundo y sus anécdotas con los viajeros y otros chóferes de los autobuses en las tertulias que se formaban en “la casilla de Salvador”. Era dicharachero y con sus “golpes” de humor alegraba al personal en las actividades de la Asociación San Engracia, Matanza, Jubilados, Pochada, Excursiones, Ruta de Los Lavaderos, etc. Generoso y voluntarioso, le gustaba hacer favores y siempre se ofrecía a ayudar a quien lo necesitaba o se lo requería.
Salva nunca abandonó su origen labrador y lo mantuvo hasta el último día de su vida cuando por la mañana había estado podando sus olivos, que con gran ilusión había traído de Santa Eufemia. Cultivaba una pequeña huerta, su fuerte eran los nogales que los cuidaba con mucho mimo con gran producción de nueces. Sus aficiones de mecánico le llevaron a disponer de todo tipo de maquinaria para el campo, tractor, dos mulas mecánicas y todos sus aperos.

Salva tuvo un par de aficiones. De joven le dio por andar en moto de monte por todo el entorno de Azuelo y pueblos vecinos en compañía de otros jóvenes del pueblo. Mas su verdadera afición fue la caza heredada de su padre Salvador; siempre tuvieron perros de caza en casa y la practicaba tanto en Azuelo como en Santa Eufemia en las dos modalidades de caza menor y mayor.

Salva se cuidaba, ni fumaba ni bebía, pero un derrame cerebral fulminante cuando se estaba tomando un refresco en su casa en compañía de su mujer, Maite, y un amigo  que había venido a visitarlos acabó con su vida.

Con el fallecimiento de Salva se muere un poquito más Azuelo ya que se cierra otra casa con pocas expectativas de que se vuelva a abrir. Desde aquí queremos hacer llegar nuestro más sentido pésame con un abrazo a su mujer Maite, a su madre Laurita, a su hermana Sabina y a sus sobrinos. Salva será recordado en Azuelo aún durante muchos años porque muchos son los azuelucos que alrededor de su edad hay en Azuelo.