EXCURSION AL CONDADO DE TREVIÑO

09 Septiembre, 2013

La excursión de este verano “Descubrir nuestro entorno”, que como todos los años programa nuestra Asociación, se ha realizado por todo El Condado de Treviño de Burgos aunque enclavado en el interior de Álava a veinte kilómetros de nuestro pueblo.

Eran las ocho y media de la mañana del día 19 de agosto cuando veintiocho excursionistas partían de Azuelo en una caravana de siete coches particulares dispuestos a recorrer las estrechas y serpenteantes carreteras del Condado de Treviño para explorar pueblo a pueblo todos los que se pudiesen ver en una jornada. Tiene el Condado 52 pueblos, la mayoría de ellos como el nuestro o más pequeños, siendo su capital el pueblo de Treviño.

Tras comprar pan en la panadería de Bernedo para el almuerzo y la merienda, los excursionistas pusieron rumbo al Condado al que accedieron por  Obécuri, el primero de los pueblos que visitaron; a pie de carretera vieron una peculiar fuente muy decorativa que en tiempos de restauración de las fuentes de Azuelo se podía haber copiado para reproducirla en nuestro pueblo; un fuerte y pronunciado talud ajardinado y adornado con una colección de ciclos, triciclos y bicicletas realizados en forja por el artista de la localidad los guió hasta una ermita barroca con un curioso pórtico desde donde se aprecia una panorámica de todo el pueblo en el que destaca la iglesia con su torre fortificada.
 
Bajauri fue la segunda parada y deambulando por el pueblo los azuelucos dieron con un frontón trinquete muy peculiar, con artesonado y balconada de madera donde los excursionistas echaron un partidillo de pelota antes de almorzar en un merendero junto a las piscinas del pueblo.

Llegaron a Marquínez, hermoso y cuidado pueblo atravesado por medio por el río Molino que le da vida. Aparcaron los azuelucos en la plaza donde les llamó la atención  un conjunto de altas palmeras, árboles difíciles de encontrar por estos parajes. Fueron recibidos por el artista del pueblo que les enseñó parte de sus obras, unos peculiares buzones para las cartas hechos de madera y con forma de casitas que estaban colocados en la mayoría de las casas del pueblo. Se dirigieron a visitar las grutas en la parte de atrás de la iglesia donde admiraron un bajorrelieve de origen céltico con dos figuras desnudas, una de ellas montada a caballo, que representaban a Epona (diosa de los caballos). Antes de dejar el pueblo fueron paseando hasta la ermita de San Juan, uno de los más bellos ejemplares del románico alavés; a un paso de esta ermita visitaron el conjunto de cuevas de Larrea, formado por nueve cuevas de origen eremítico; de este conjunto de cuevas destaca la de la “Peña Castillo”, una fortaleza natural a la que los más osados de los excursionistas se encaramaron divisando desde lo alto un peculiar paisaje de peñones monolíticos.

De Marquínez pusieron rumbo a Laño donde visitaron “Las Gobas”, cuevas artificiales  de origen visigótico que a lo largo de la historia han tenido diversos usos, vinculadas a las cuevas de Marquínez y Faido. De estas cuevas se puede ver un reportaje en esta misma página.

A las doce y media llegaron a Fuidio, pueblo natal de Cloti, la mujer de José Luis Zamora que hizo de anfitriona en su pueblo visitando la iglesia, su fuente y lavadero, su río, el río Ayuda, con su gran puente desde donde los azuelucos pudieron ver truchas y cangrejos.

Desde Fuidio a Faido, pequeño pueblo rodeado de pequeños cerros rocosos que lo encajonan. En uno de estos cerros, semiexcavada en una de las peñas se apuesta la ermita de Ntra. Sra. de La Peña a la que accedieron los azuelucos encaramándose hasta su espadaña.

Eran las dos de la tarde cuando la expedición llegó al pueblo de Treviño donde comieron y repusieron fuerzas para proseguir el periplo por la tarde. En la sobremesa llegó el embajador de Azuelo por estas tierras, Gaspar Labraza, el azueluco que desde los años sesenta está afincado en el pueblo de Armentia, uniéndose a la expedición.

Después de comer hicieron un recorrido por las calles de Treviño donde descubrieron edificios singulares como la iglesia de San Pedro con la talla en piedra del siglo XIII de la Virgen Blanca con el Niño y su retablo churigueresco del siglo XVIII, el Palacio de los Manrique de Lara (Ayuntamiento), otro edificio señorial que ostenta en uno de sus escudos el lema “DE RODAS VINE RODANDO Y CON SANGRE DERRAMADA A ROZAS HIZE DE NADA”. Lo que más llamó la atención a los azuelucos por las calles de Teviño fueron varias viviendas de tipología medieval, casas alineadas de estrecha fachada, de entre una y cuatro alturas con paredes de adobes o ladrillos sujetados por travesaños de madera. En los dintelas de algunas de estas casas se pueden ver grabados de la Cruz de David, testimonio de la presencia judía en la villa.

Llegaron los azuelucos hasta La Puebla de Arganzón, a orillas del río Zadorra, villa de modélico trazado medieval donde los azuelucos visitaron la iglesia de Ntra. Sra. De la Asunción de estilo tardo-gótico, el molino, las murallas y el puente medieval.

Desde La Puebla iniciaron el regreso los turistas de Azuelo, parando en Cucho, famosa aldea por las aguas clorurado, sódicas y sulfurosas de su antiguo balneario y por conservar un excelente conjunto de arquitectura popular; en una de sus casas había un conjunto de esculturas por el jardín indicando la vivienda de algún artista. Un grupo de jóvenes que encontraron en los aledaños del lavadero les hicieron de guías por el pueblo.

Al salir de Cucho se dirigieron a otra aldea, San Vicentejo. En tan pequeño y escondido lugar visitaron una de las joyas del románico burgalés del siglo XII,  la ermita de la Concepción que destaca por la elegancia, belleza y armoniosa distribución de todos sus elementos arquitectónicos y decorativos.

Al final de la tarde llegaron a Armentia, el pueblo de Gaspar donde tras hacer un recorrido por el pueblo Gaspar les enseñó a sus paisanos las grandes corralizas donde guardaba su ovejas hasta que se jubiló de pastor.

Caía ya la tarde cuando de regreso para Azuelo los azuelucos pararon a merendar en Roñés, hermoso merendero entre Marañón y Angostina a orillas del río Ega.

Esta excursión satisfizo a todos los asistentes, ya que ninguno de ellos había recorrido así el Condado descubriendo la cantidad de hermosos rincones que tenemos tan cerca de Azuelo. Quienes asistieron a la excursión disfrutarán de nuevo al leer esta crónica recordando cada uno de los rincones que visitaron y a quienes no asistieron les recomendamos que realicen esta jornada por “tierras alavesas de Burgos”.