Noticias

CRISTINA OYON

El día 4 de Enero de 2019 falleció en Vitoria la azueluca Cristina Oyón García a los 64 años de edad. Cristina era hija de Crucito y de Rosa y…
16 Enero, 2019

El día 4 de Enero de 2019 falleció en Vitoria la azueluca Cristina Oyón García a los 64 años de edad.

Cristina era hija de Crucito y de Rosa y nieta de Justo, el panadero de Azuelo, mejor dicho el hornero, ya que en esos años en Azuelo las mujeres amasaban en casa para toda la semana y tras amasar, cuando Cirila, tía de Cristina, les avisaba, ella decía que mandaba en el pueblo más que el Alcalde porque todas las mujeres le hacían caso y cuando les mandaba llevaban los panes amasados en un tablero sobre la cabeza a cocerlos al horno del  Sr. Justo, su padre.

Crucito y Rosa tuvieron tres hijos, Carlos, Cristina y Blanqui. Esta familia, como casi todas las de Azuelo emigraron a “los vascos” a finales de los sesenta, primeros de los setenta del siglo pasado. Recalaron en Bilbao donde Rosa se ocupó de la portería de un inmueble de vecinos y Crucito, otro “desertor del arado” tuvo el oficio más alegre del mundo. ¡Quién se lo iba a decir a él cuando la ganchera le impedía cerrar el puño en los fríos días de invierno labrando por la Sierra de Azuelo!. Sí, su oficio fue el de barrendero; todos los días “va riendo” las “7 Calles de Bilbao”, el barrio más castizo del Botxo.

Cristina se enamoró de un apuesto mozo de Názar, José Mª Luzuriaga, cuya madre, que también se llamaba Cirila, era de Azuelo, hija del “Abuelo Sánchez” y la “Abuela Goya”. Este matrimonio tuvo una hija, Estíbaliz, desposada con Mikel, padres de Markel, el nieto de Cristina y José Mª.

Cristina y José Mª se asentaron en Vitoria donde han trabajado hasta su jubilación. En Azuelo mantienen la casa de sus padres y aquí venían con mucha frecuencia, a recoger almendrucos, a asar pimientos, a asistir a las actividades de la Asociación Santa Engracia de la que son socios, la Matanza, el Día de la Mujer, la Pochada, el Día de los Mayores, los viajes y excursiones.

Cristina disfrutaba mucho participando en las actividades; alegre, dicharachera, dinámica, entonando canciones como “La Josefina”, que se ha quedado como el “himno” oficial de las excursiones y fiestas de la Asociación.

El año 2016 la Asociación programó un viaje para recorrer el Camino de Santiago en autobús, aunque algunos de sus tramos los que querían lo hacían andando y entre ese grupo de andarines se encontraban Cristina y José Mª. Fue entonces cuando se notó algunas molestias en una pierna origen de la enfermedad que ha dado con ella. Cristina ha luchado durante estos años con todas sus fuerzas para superar la enfermedad y en poco estuvo de conseguirlo. Su amor propio, pundonor y fuerza de voluntad fueron encomiables. Su fortaleza de ánimo asombraba a quienes le rodeaban. Ella en 2017 viajó con la Asociación a la Ruta del Quijote y en 2018 a la ruta de los Conquistadores. En este último viaje sus acompañantes llevaron una silla de ruedas por si Cristina la necesitaba. No sólo no la necesitó, sino que no se perdió visita alguna por empinado que fuese el ascenso a los castillos.

Cristina ha sido un ejemplo de superación y lucha contra esa enfermedad que disfrazada de diversos nombres y que está en la mente de todos es la causa de gran porcentaje de fallecimientos.

Los que hemos conocido a Cristina y hemos disfrutado de su compañía siempre la recordaremos como una azueluca alegre, risueña y con muchas ganas de vivir que nos ha dejado a una edad aún temprana, cuando su jubilación, bien ganada, le habría la última etapa de su vida para disfrutar de su nieto Markel junto con su esposo José Mª.

La Asociación Santa Engracia con todos sus socios le envía a través de ésta, su página, su más sentido pésame a su esposo, José Mª, a sus hijos y nieto Estíbaliz, Mikel y Markel, a sus hermanos Carlos y Mª Jose, Blanqui y Jesús y a todos sus familiares y amigos con un fuerte abrazo para todos ellos en estos días tan duros que están viviendo, sobre todo para José Mª que por fin ha visto como Cristina se le soltaba de la mano, mano a la que siempre los vimos aferrados en todos los viajes